La Economía Popular y Solidaria tiene rostro de mujer
Desde su reconocimiento en la constitución, la Economía Popular y Solidaria (EPS) se ha erigido como un camino para la reivindicación social, económica y laboral de la mujer, en el Ecuador. Lo que se ha traducido en mayores procesos de autoestima, empoderamiento, participación y autonomía que permiten reducir las asimetrías de género que persisten, hasta el día de hoy, en nuestra sociedad.
Se puede decir que en el país las experiencias respecto a esta economía tienen rostro de mujer, puesto que un gran porcentaje de organizaciones y unidades económicas populares identificadas en este sector son lideradas por mujeres o cuentan con una considerable participación dentro de las mismas.
Es así, que el Instituto Nacional de Economía Popular y Solidaria (Ieps) trabaja en la generación de oportunidades y espacios que propicien una mayor incidencia de la mujer en el desarrollo de iniciativas productivas. Esto, con la finalidad de mejorar sus condiciones de vida, incrementar sus ingresos y especialmente, contribuir al reconocimiento y visibilización de su papel productivo y reproductivo en la sociedad.
En la actualidad, existen 14 820 organizaciones que conforman el sector real de la EPS. De ellas, el 80,66% están representadas por asociaciones y el 18,43% por cooperativas. Aproximadamente 548 000 socios integran estas agrupaciones, en un 68% por hombres y 32% por mujeres.
De este total, 10 284 organizaciones y 6390 unidades de la EPS han recibido los servicios que ofrece el Ieps; evidenciándose una marcada presencia de mujeres con un 53,55% (32 354), respecto al 40,24% de hombres (24 311), en estas agrupaciones, con relación al conjunto de personas atendidas.
En este sentido, puede afirmarse que las mujeres que participan en estos procesos ejercen una actividad que les genera mayores ingresos; les ha dotado de los conocimientos y habilidades necesarios para mejorar sus capacidades económicas, sociales y políticas; y ha aumentado el acceso y control de sus recursos, posibilitándoles una mayor autonomía económica.
Sin embargo, a pesar de que el trabajo productivo en los actuales momentos es un medio necesario para garantizar la autonomía económica de las mujeres, no es suficiente por sí solo para satisfacer el conjunto de cambios que las mujeres necesitan.
Uno de los grandes desafíos que enfrenta la EPS es eliminar las inequidades de género que subsisten aún en las organizaciones y en las unidades económicas de este sector.
Por ello, no basta con incidir en el trabajo de las mujeres, sino que se requiere una mayor corresponsabilidad de los hombres, de las instituciones y de la sociedad en la construcción de una nueva masculinidad que permita repensar los roles masculinos, orientados no solo a la producción sino a la reproducción de la vida.
Por lo tanto, de la mano del Ieps, la EPS busca eliminar las desigualdades de género; así como la división sexual de la gobernanza y el trabajo, lo que permita no sólo mejorar la situación de la mujer, sino transformar su posición colectiva en sus diversas facetas y espacios de representación.